LIMA: CELEBRACIÓN DE LAS HUACAS
En los últimos años la fecha de la fundación española de Lima, se está convirtiendo en un recordatorio de la memoria milenaria de Lima, es decir, en la celebración de las huacas limeñas. Este posicionamiento de nuestra antigua Lima se debe mucho a la tesonera campaña de Javier Lizarzaburu, quien durante diez años infatigablemente se dedicó a visibilizar “la continuidad arquitectónica de más de 4000 años” de la capital y “enfrentar -desde el patrimonio- siglos de discriminación racial”. Lamentable que el texto, de donde extraigo las citas mencionadas, sea su carta de despedida.
En particular, lo lamento porque la labor mediática de Javier, creaba el escenario cultural para otro rescate: las grandes señoras de Lima milenaria. Con lo que a sus dos objetivos, sumaba el de la recuperación de la memoria histórica de las limeñas, siempre omitida o falseada y tan discriminada como la racial, o quizá doblemente: mujeres andinas.
Uno de los entusiastas esfuerzos por reconstruir la memoria de Lima, visibilizando a la población femenina que le dio vida, fue Las huacas hablan en San Isidro [1], que nos permitió a quienes participamos, confirmar que “Hace 5 mil años en el inmenso valle del Rímac, bañado por el río oráculo, se asentaron las primeras poblaciones. Estas supieron aprovechar su variado ecosistema conformado por desiertos, humedales, lomas, bosques y el inmenso mar del Océano Pacífico. Respetuosas de esta rica diversidad desarrollaron sus actividades productivas y su ingenio tecnológico, como la domesticación de plantas silvestres, técnicas de riego, arquitectura monumental, finísima cerámica, vibrantes instrumentos musicales y primoroso arte textil. Uno de los espacios territoriales donde se desplegó todo esta creatividad es hoy el distrito de San Isidro.”
La historia de este distrito “comenzó 200 años antes de nuestra era, una historia esplendorosa que resulta difícil imaginar, porque la mayoría de sus monumentos prehispánicos han quedado enterrados bajo los modernos edificios…, y porque los restos que quedan tienen formas indefinidas, parecen cerritos parduzcos, incoloros y sin embargo en su tiempo formaron paisajes encantadores. Las elevadas pirámides eran amarillas con toques rojos y blancos que se alzaban sobre campos verdes de cultivo, regados por acequias de agua transparente y sonora. Ah y si hubiéramos podido ingresar a sus recintos, hubiéramos apreciado sus paredes interiores decoradas de telas pintadas con olas y tiburones que eran sus deidades, pues la diosa mayor fue el mar, hubiéramos visto a majestuosas sacerdotisas vestidas con finísimos vestidos de algodón, sus brazos tatuados y sus inmensas cabelleras, acompañadas de jóvenes tejedoras a quienes iniciaban en el arte del hilado y el tejido.”
Si, las mujeres fueron personajes principales de estos asentamientos, por varias razones. La primera, porque la cultura Lima y Proto Lima (200 a.C.-600 d.C.) que se asentó en estos predios, como se evidencia en la Huaca de Huallamarca, tuvo carácter femenino.
La religiosidad de la Cultura Lima tuvo una pléyade de deidades femeninas asociadas a los alimentos, tanto marinos como agrícolas. Entre las primeras estuvo Urpayhuachac, la diosa creadora de los peces y las aves marinas, incluso en Pachacamac el arqueólogo Julio C. Tello, descubrió su templo. Probablemente “no fue el único que se edificó para ella en los valles limeños. En Huallamarca durante el período Lima se construyó un imponente templo ¿sería dedicado a esta gran diosa? o ¿a otras diosas? Porque en ese tiempo hubo muchas divinidades femeninas.”
La segunda razón, es que en el antiguo Perú, por empatía de género solo el sexo femenino podía desempeñar el máximo rol en el culto a las diosas. Es decir, en Huallamarca como posteriormente en Pucllana, la cúspide política religiosa fue ocupada por una elite de sacerdotisas. Esta impronta inaugurada en la cultura Lima marcaría el devenir de las sucesivas ocupaciones. “En la década del noventa la arqueóloga Clide Valladolid desenfardeló dos fardos funerarios, que resultaron de sexo femenino. Una de ellas fue bautizada como la Dama de los Cabellos Largos, por su cabellera de 2 metros de largo” La fecha aproximada de su entierro es del 800 d.C. que correspondería a la época Ychsma, se le ha considerado sacerdotisa pues las caballeras largas, así como los tatuajes, eran distintivos de este alto rango femenino.
La tercera razón, aún por verificarse, es que Huallamarca podría ser sede de un cementerio exclusivo de mujeres de elite, como el cementerio inca de las acllas en el Templo del Sol del Santuario Arqueológico de Pachacamac, el cementerio mochica de reinas sacerdotisas en San José de Moro cerca de la ciudad de Trujillo o el mausoleo imperial de mujeres encumbradas de la elite Huari en El Castillo de Huarmey en Ancash.
Si fuera así, la Huaca de Huallamarca se sumaría a la red de los asombrosos cementerios femeninos del antiguo Perú, un fenómeno cultural único en el mundo.
[1] Las huacas hablan en San Isidro. Edición Municipalidad de San Isidro. Textos Maritza Villavicencio, ilustraciones Sandra Zimic. 2018. En adelante las citas corresponden a esta publicación.